Este texto forma parte del artículo titulado La imagen, el hecho, la acción y lo que queda por hacer, de Nicole Brenez, especialmente escrito para la Bienal de la Imagen en Movimiento 2018, evento producido por la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Por Nicole Brenez
Menos célebre hoy en día que Jean-Luc Godard, y gran admirador suyo, Masao Adachi nos propone una obra y un trayecto ejemplares en la historia de la emancipación. Podríamos arriesgarnos a afirmar, mediante una expresión, que es la praxis encarnada. Plástico, cineasta, escritor, activista y preso político japonés, Masao Adachi nace en 1939 y continúa su trabajo hasta nuestros días. Se trata de un caso excepcional en la historia del cine: un artista cuya trayectoria radical cubre casi todas las dimensiones de la vanguardia (plástica, política, teórica), cuya exigencia poética logra abolir la imagen, el hecho, la acción y lo que queda por hacer los límites de su disciplina, y cuyo trabajo permite que el cine establezca un diálogo digno y franco con la historia colectiva.
A partir de 1974, Masao Adachi entra en la clandestinidad para luchar en las filas del Frente Popular de Liberación de Palestina, a lo que dedica veintiséis años de su vida. Es arrestado en 1997, luego de tres decenios de combate en imágenes, a lo largo de los cuales realiza noticieros consagrados a la resistencia palestina. Condenado a tres años de prisión, Masao Adachi permanecerá dieciocho meses tras las rejas antes de que se lo extradite al Japón, en donde lo encarcelarán dieciocho meses más. Tal y como lo recuerda la fórmula utilizada por Jean-Luc Godard en los afiches de Film Socialisme (2009), “la libertad cuesta cara” –Masao Adachi pagó un precio muy alto, el verdadero presupuesto para producir sus películas, tan liberadoras como libres en lo formal–.
Go Hirasawa, profesor y curador al que debemos la distribución de esta obra en Occidente, resume así el recorrido de Adachi: Nace en Fukuoka en 1939, ingresa al Departamento de Bellas Artes de la Nihon University en 1959, donde cursa la carrera de cine. Participa en la reestructuración del grupo de estudio de cine de la Nihon University –grupo a la vanguardia no solo en el ámbito del cine universitario, sino también en el del cine experimental en general–. En este marco realiza películas de mucha trascendencia en la época, Wan [Tazón, 1961] y Sa-in [Vagina cerrada, 1963].
En paralelo, y junto con el VAN Institute for Cinematic Science, Adachi trabaja con una gran cantidad de artistas,como Genpei Akasegawa, Takehisa Kosugi, Yasunao Tone, Yoko Ono, Sho Kazekura, y organiza un espectáculo titulado Sa-in no Gi [La ceremonia dela vagina cerrada]. Colabora con el colectivo Film Independent, a través de proyecciones colectivas de obras de directores independientes, para luego sumarse a Wakamatsu Production.
A la vez que hace sus propias películas, Adachi escribe muchos guiones para Kōji Wakamatsu, de los cuales cabe señalar El embrión caza en secreto (1966), Historia de la violencia del bajo mundo japonés: la sangre de un hombre desconocido (1967), Reflexiones sobre la muerte apasionada de un loco (1969), Sex Jack (1970). También produce de forma independiente Gingakei [Galaxia, 1967]. En 1968, actúa en las obras de Nagisa Ōshima El ahorcamiento y El retorno de los tres borrachos. Trabaja también para Sozo-sha, la compañía independiente de Ōshima, y escribe el guión de Diario de un ladrón de Shinjuku (1968).
En 1969, junto con Mamoru Sasaki, guionista de la Sozo-sha, y Masao Matsuda, crítico de cine anarquista, coproduce y codirige A.K.A. Serial Killer, una película compuesta de planos de paisajes que podría haber visto el asesino en serie Norio Nagayama.
En 1971 invitan a Adachi, junto con Ōshima y Wakamatsu, a la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. Al volver al Japón, decide pasar por Palestina, en donde produce un film de contrainformación internacionalista, Ejército Rojo/FPLP: Declaración de guerra mundial, una coproducción del Frente Popular para la Liberación de Palestina y los miembros del Ejército Rojo Japonés, entre los cuales se encuentra Shigenobu Fusako. Para divulgar la película, organiza la Red Bus Film Screening Troop, que viaja por todo Japón.
En cuanto activista, Adachi concibe y pone en práctica diversas teorías del cine, tanto sobre la estética como sobre la forma de proyección. Abandona el Japón en 1974 para dedicarse a la revolución palestina, en el seno del Ejército Rojo Japonés. Su actividad permanece en la clandestinidad hasta que es arrestado y encarcelado en el Líbano, en 1997.
En 2001 extraditan a Adachi al Japón, donde, luego de dieciocho meses de prisión, recupera la libertad. Sin embargo, se le prohíbe la salida del país. Publica Cinema/Revolution, un relato autobiográfico en formato entrevista [junto con Go Hirasawa].
Durante el período en el que no podía salir del país, Adachi realizó Yûheisha-Terorisuto [Prisionero/Terrorista, 2005], que aborda el tema de la tortura de Kozo Okamoto, uno de los miembros del ERJ, en las cárceles libanesas, enloquecido a tal punto que llegó a creerse perro, y Danjiki geinin [Artista del ayuno, 2016] –título que remite al cuento de Kafka “Ein Hungerkünstler” [“Un artista del hambre”, 1922]–, basada en una performance sobre la huelga de hambre, a través de la cual el film recorre la historia de las “performances” políticas y la sociedad del espectáculo.
Masao Adachi es un cineasta del biopoder, en el sentido foucaulteano, que describe la forma en la que un poder opresor requisa, atormenta y mutila los cuerpos; los cuales, a su pesar, terminan somatizando. Esto define los tres componentes de su trabajo en cine: el componente experimental postsurrealista y ficticio, que describe las mutilaciones psíquicas colectivas, sirviéndose esencialmente de alegorías femeninas; el componente documental, que trata directamente el biopoder en los campos y las cárceles, y el recapitulador (Prisionero/Terrorista, Artista del ayuno), que narra la historia de las prácticas de somatización activista (sufridas, en Prisionero/Terrorista, o intencionales, en Artista del ayuno).
En el marco de la historia del cine de la emancipación, Masao Adachi lucha cuerpo a cuerpo, sin cesar, contra la “mancipación”. ¿Qué es la mancipación? En derecho romano, refiere al gesto de tomar con la mano una cosa para apropiársela, acompañándose de ciertas formas solemnes. En otras palabras, se trata de una expoliación efectiva que es ocultada tras un rito falsificador para convertirla, si no en legítima, en legal. Las mancipaciones masivas se dan, evidentemente, luego de las conquistas y las invasiones militares, y de allí que, como nos recuerda Giambattista Vico en sus Orígenes del derecho y de la poesía (1721), mancipium signifique “esclavo” y “prisionero”.
La mancipación constituye el meollo mismo de la injusticia dentro de la justicia; su eficacia simbólica erige la fuerza en derecho. Poner en tela de juicio la mancipación permite una crítica del espectáculo, no como producción de imágenes y de simulacros, sino como una instancia que se inscribe entre las actividades sociales y en el registro de los instrumentos de opresión, especialmente en los tribunales, los campos de batalla y las ceremonias militares. El trabajo y todo el trayecto de Adachi son una crítica sistemática de las vías de mancipación:
-expoliación del imaginario,
-expoliación de los cuerpos singulares,
-torturas y mutilaciones,
-así como todo el conjunto de ceremonias falsificadoras que legalizan la desposesión; a saber, la justicia, el aparato estatal y el sistema mediático.