Lenguaje y escritura creativa. (Imagen: Chema Madoz)El lenguaje es una convención para la comunicación y la representación. Las palabras sólo significan algo similar/compartido para aquellos que participan del código común, es decir, del pacto que ha definido la relación (arbitraria) del lenguaje con la realidad. Pero no es un sistema cerrado. Se transforma por interacción. Va creciendo y modificándose a partir de todo (personas, objetos, usos, normas, etc.) lo que participa de él.

 

El uso literario de las palabras

 

En el uso del lenguaje es frecuente la utilización de frases en las que las palabras no tienen significado alguno. No se piensan, no se escuchan. Responden a una trivialización de su contenido. Así, son ruido que no puede percibirse nunca como significativo. El uso literario de las palabras debería ser un uso siempre consciente. Frente a la dificultad expresiva que supone representar la realidad sólo con ellas, frente a la necesidad de que el texto refleje una mirada individual mediante un lenguaje que también debe parecerlo, frente a la permanencia de la escritura,  es necesario elegir, modelar, precisar, presionar, apurar las palabras y eliminar el ruido que no deja escucharlas.

 

Necesidades expresivas

 

Existen una serie de normas oficiales respecto al uso del lenguaje (significado, gramática, sintaxis, ortografía, etc.) que forman parte de la estructura de cada lengua y, por lo tanto, del pacto necesario para poder comunicarse. Estas normas tienden a no evolucionar o a hacerlo muy lentamente. Frente a ellas está el uso real del lenguaje, mucho más dinámico, que establece sus propias normas “oficiosas”. En literatura, las reglas y normas deben entenderse como elementos a nuestro servicio, no como algo a lo que hay que servir. Las necesidades expresivas obligan en muchas ocasiones a  transgredir los límites; aunque no hay que olvidar que esta transgresión supone una significación especial, que  puede ser expresiva (refuerza la intención del texto) o  perturbadora (distorsiona la intención del texto).

 

Intención del texto

 

El lenguaje se puede aplicar a distintas funciones (informar, expresar, exhortar, convencer, etc.). A su vez, cada una de esas funciones puede usarse con diferentes intenciones. Las necesidades expresivas del texto son las que dirigen el modo en que manipulamos el lenguaje. Éste, como material  flexible que es, permite la creación de infinidad de “lenguajes” distintos que construirán cada una de esas intenciones. La corrección en el uso literario del lenguaje no tiene más criterio que su adecuación  a la intención del texto. Sea cual sea esta intención, no podemos pensar que pasa de forma directa de nuestro pensamiento al papel, ni tampoco  olvidar que una vez que el  texto está en manos del lector no hay nada más que el lenguaje que lo forma para transmitir lo que queremos.

 

Construcción del texto literario

 

Las palabras no son sólo lo que significan estrictamente sino que arrastran consigo connotaciones, asociaciones, resonancias, etc. que constituyen lo que podríamos llamar su significación. Esto es lo que permite a las palabras contar por sí mismas, más allá de su definición. Desde el momento en que sabemos que esto ocurre no podemos obviarlo  a la hora de escribir. Conocer bien el lenguaje no equivale a saberse el diccionario de memoria. Un vocabulario rico no tiene ninguna utilidad si desconocemos lo que rodea a las palabras. Elegir una palabra únicamente por la exactitud de su significado puede convertirse en un error si no consideramos de qué manera van a marcar el texto las connotaciones que la acompañan. Todas las elecciones (de cualquier tipo) que hacemos para construir el texto van delimitando las opciones que tenemos para elegir las palabras. Frente a dos o más opciones la elección estará condicionada por la coherencia interna del texto.

 

[Elisa Velasco y Mercedes González]

 

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