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27 Abr 2024
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Publica La Vanguardia

Por Josep Massot

La tecnología digital -como sucedió con la aparición masiva de fotógrafos aficionados- amplía las posibilidades de publicación para debutantes o para escritores ya reconocidos y obligará a los editores tradicionales a renovar su modelo. Pero el fenómeno crea muchas incógnitas.

"Las únicas personas necesarias en el proceso de edición son ahora el escritor y el lector. Todo aquel que esté entre ambos asume a la vez riesgo y oportunidad", sentencia Russell Grandinetti, uno de los máximos ejecutivos de Amazon. Según Bowker, la agencia que gestiona el registro de títulos (ISBN) en EE.UU., CreateSpace de Amazon, con 58.412 títulos copa el 39 % del mercado de libro impreso autoeditado, mientras que Smashwords publicó 40.608 títulos autoeditados en digital, el 47% del total. En un mercado como el estadounidense, donde el libro digital ya tiene una cuota del 23%, las ventas de e-books autopublicados sólo representa entre el 3 y el 5 % de la facturación, entre 20 y 30 millones de dólares, suficiente, sin embargo, para que los editores intenten no dejar escapar este segmento.

Aurelio Major, poeta, traductor, editor y asesor en España de cuatro editoriales europeas, es un buen conocedor del mundo de la edición en América y Europa. "Al final -dice-, lo que quiere el autor es llamar la atención de una editorial de prestigio para que le publique. Lo importante es que el autor que se autoedita tenga oficio, que el libro que ha escrito tenga por lo menos la mínima calidad para satisfacer las mínimas exigencias del lector. No es cierto que quien quiera escribir un libro lo pueda hacer sin formación previa".

Algunas plataformas han convertido al autor en cliente. Los beneficios no los aporta el lector, sino el autor, que puede llegar a pagar hasta 4.000-5.000 euros por ver publicado su libro. El precio dependerá de la cubierta, de la maquetación, del diseño, del corrector de estilo, mecanografía y ortografía, marketing, tareas legales, red de lectores, distribución, etcétera. Major cree que el verdadero interés de las grandes corporaciones como Amazon, Apple o Google es la de conseguir consumidores. "Sólo el 5 % de la facturación de Amazon procede de los libros. El resto procede de las compras de otros productos. Lo que les interesa es que haya mucho tráfico. Llegan a reunir un caudal de información personal de cada cliente tan inmenso que pueden ofrecerle publicidad de otros productos a medida. La cuestión es tenernos conectados todo el tiempo a una gran tienda". La ventaja de Amazon es que ofrece al autor el 70% de los beneficios y les informa al día de cuántos libros y dónde se venden, algo que muchos editores ocultan.

¿Qué temas tratan los libros autoeditados? En EE.UU., los que tienen más éxito son novelas de amor, el soft porn y fantasía, que estaban infrarrepresentados en la edición clásica. E.L. James (50 sombras de Grey) empezó autoeditándose. Otra parte es lo que en el mundo anglosajón llaman Vanity publishing, la sastisfacción de tener un libro publicado, aunque no tenga más lectores que los familiares. Hay otra autoedición, Printed Matter, que en España tiene su eco en la feria Libros Mutantes de Madrid o Arts Libris en Barcelona, libros exquisitamente editados.

Arantxa Mellado, que asesora a autores y editores para vender libros digitales, elaboró un informe en el que señala las inmensas ventajas y los inconvenientes de lo que llama "edad de oro de la autoedición". El autor está en situación de replantear su relación con el editor para controlar más su obra y aumentar su porcentaje de beneficios (ahora un 10% en papel). Podría contratar él los servicios editoriales que necesite, prescindiendo incluso del editor.

Aurelio Major disiente. "Stephen King intentaron autoeditarse y él ha hecho marcha atrás. Para las ventas millonarias hace falta un departamento de marketing impresionante y el autor no puede dedicarse a ello. Muchos autores autoeditados logran un éxito momentáneo según su capacidad de activar sus redes sociales. En Amazon, por ejemplo, se ha descubierto que pagaban a reseñistas para que elogiaran el libro y obtener así más presencia. A las corporaciones les interesa vender libros a los precios más bajos posibles, porque no es su negocio, y eso es un peligro, porque la buena literatura puede pasar a no valer nada".

 

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