Publica ABC Cultural
Por Juan Pedro Quiñonero
Lautréamont, continúa Jean-Jacques Lefrère, copió sin citar a Émile Blavet (1838–1924), un periodista famoso, en su día, que murió sin saber que había pasado a la historia literaria a través de un plagio incrustado en uno de los grandes monumentos fundacionales de la poesía moderna.
Lefrère es autor de una biografía de referencia de Lautréamont y se limita a publicar muy púdicamente su descubrimiento, que no «invalida» de ninguna manera la genialidad radical de una obra mítica.
Hijo de un diplomático francés que trabajó una temporada en Montevideo, Lautréamont es uno de los genios malditos de la poesía moderna. Su único libro, los Cantos de Maldoror, fue «santificado» por los surrealistas y continúa un misterioso aerolito en la bóveda celeste de la poesía universal.
El plagio descubierto por Jean-Jacques Lefrère nos recuerda hasta que punto la genialidad seminal de la enigmática obra de Lautréamont puede continuar ofreciéndonos gozosas revelaciones.