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 Publica El País (Uruguay)

 

Por Hugo García Robles

 

En un principio los intereses de la firma fueron material escolar y juguetes didácticos, que hasta la Guerra Civil sumaron poco más de cien títulos. Colectivizada primero, luego atrapada en la noche del franquismo, la editorial tuvo que disfrazar los nombres verdaderos de asesores que no eran compatibles con el poder de Franco.

 

Carlos Barral logró en primer lugar armar un conjunto de nuevos asesores, muchos de ellos amigos suyos como José M. Castellet, José María Valverde o los hermanos Goytisolo. Uno de los aspectos que desarrollarían Barral y su equipo sería contactarse con las editoriales europeas de primera línea como la francesa Gallimard y la italiana Einaudi. En ellas la impronta literaria se amparaba en personalidades como André Gide y Cesare Pavese. Cada uno en su propio modo, contestatarios e innovadores, con orientaciones políticas progresistas.

 

En los primeros títulos de la era Barral se anota La conciencia de Zeno, de Italo Svevo y El año pasado en Marienbad, de Robbe-Grillet. Esta senda sería muy representativa de la inquietud renovadora de Barral, ya que las novedades de interés eran su pasión legítima. Siguió con autores de un amplio abanico que incluye El coloso de Marusi de Henry Miller, - maravilloso texto que se dispara desde un viaje por Grecia a los cuatro rincones de la realidad- , con otros libros que firmaban Yukio Mishima, Elio Vittorini o Marguerite Duras.

 

Tampoco es posible silenciar la iniciativa de la editorial en el llamado "boom" latinoamericano. Baste señalar que La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, entusiasmó a Barral que instó al autor a que la presentara al Premio Biblioteca Breve, de la propia editorial. La novela ganó ese premio y Seix Barral la publicó en 1962. También Carlos Fuentes, Cabrera Infante, José Donoso y otros encontraron su nido en la editorial catalana.

 

Después de Barral

 

Barral EditoresCarlos Barral se alejó de la editorial en 1970 y perdió un juicio que desarrolló contra ella. En 1982 Planeta adquirió Seix Barral, lo cual implicó la presencia de Mario Lacruz como Director General, que la impulsó hacia un nuevo período de esplendor, gracias a El perfume de Süskind y la publicación de nuevos autores españoles como Paco Umbral o Camilo José Cela, sin que ello le impidiera al mismo tiempo abordar los textos de Saramago, Octavio Paz y los bisoños de entonces como Rosa Montero y Muñoz Molina. Uno de los aciertos de Lacruz fue El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, traducidos por el poeta Ángel Crespo, acontecimiento que reveló el genio del portugués al resto de Europa. Con Los versos satánicos, de Rushdie, hubo grandes problemas de amplia difusión.

 

Basilio Baltazar, quien estuvo dirigiendo la editorial de 1998 a 2000, ha confesado que vivió a la sombra de Carlos Barral, lo que es casi inevitable visto el peso de la tarea que había cumplido. En la actualidad Elena Ramírez dirige la editorial mientras que el muy conocido Pere Gimferrer es el director literario, circunstancias que permitieron sumar al catálogo El hombre sin atributos, de Musil.

 

Barral autor

 

Quizá sea conveniente intentar una aproximación a las virtudes que hacen de alguien un editor. Sin duda que se requiere una serie de condiciones de distinta especie, que se concilian en la capacidad de elegir el autor y el texto concretos en el momento adecuado. Curiosamente no existe una fórmula que permita adivinar el porvenir exitoso o fallido de un libro. Toni López de Tusquets confesó a quien escribe que, con El amante, de Marguerite Duras, cerraría la colección Andanzas. Pero he aquí que ese título logró tal volumen de ventas, que catapultó a la colección y a la propia editorial. Mario Muchnik, editor entre otras cosas de El astillero, de Onetti, intentó vender los derechos de Elías Canetti, que eran suyos, en la Feria de Francfort del año 1981. Para su dicha, no lo logró y, en esa misma Feria, Canetti ganaba el Premio Nobel, y se convertía en un autor estrella con un porvenir exitoso en las ventas de sus libros.

 

Una de las aristas más características y persistentes del editor genuino es que conlleva la secreta o manifiesta vocación de escritor o poeta. Barral no escapó a esa constante, como tampoco el afincado en Uruguay Benito Milla, catapultado luego al mundo hispano desde Barcelona o Caracas. Barral fue poeta y los tres tomos de sus Memorias son una fuente inexcusable de todo lo que concierne a las letras, la sociedad y la política durante los 61 años de su vida, terminada en 1989. Allí quedó registrada su decepción temprana con Fidel y la Revolución Cubana, para ilustrar con un ejemplo claro la amplitud del contenido de sus memorias.

 

A pesar que su paso por la editorial quedó enmarcado dentro de un tramo muy lejano en el tiempo, ya que se desvinculó en 1970, la estela de su obra no se ha marchitado.

 

Vargas Llosa publicó su reciente El sueño del celta en la misma casa en que apareciera La ciudad y los perros. Una señal de fidelidad que es carta de garantía sobre la conducta y calidad del editor. Los editores de raza no pierden autores, los conservan.

 

Seix vs. Barral

 

EL ALEJAMIENTO de Carlos Barral de la editorial fue resultado de una batalla interna que habría de costarles cara al sello y al poeta. Hijo de una de las familias fundadoras de la empresa, en los años ´50 pudo dividir sus tareas con Victor Seix -heredero de la otra rama y ocupado en los aspectos financieros de la casa- para concentrarse en transformar la editorial y ponerla a la vanguardia de la edición catalana. Un poco en contra de la opinión de su familia -conservadora y "burguesa", según Barral- Victor Seix permitió que Barral hiciese un proyecto que proyectaba el sello a través del premio Biblioteca Breve y la colección del mismo nombre, donde exploró otras literaturas, además de descubrir y dar a conocer a varios nombres fundamentales de la literatura latinoamericana. Supo armar su equipo con jóvenes intelectuales y contó con figuras españolas y latinoamericanas de primer orden para integrar los jurados del premio.

 

Tanto su activismo antifranquista como sus sofisticadas apuestas literarias y las continuas tensiones con la censura, irritaban a la familia Seix, empeñada en los aspectos puramente comerciales de la empresa. En marzo de 1966 una reunión de estudiantes e intelectuales catalanes en el convento capuchino de Sarriá, que se conoció como la caputxinada, fue sitiada por la policía franquista y terminó con Barral entre los detenidos. La familia Seix le reprochó al poeta su comportamiento político que dañaba la imagen del negocio. A la muerte de Victor Seix en 1967, su familia comenzó una política de acoso que terminaría con el alejamiento de Barral y su equipo de la editorial. El poeta, junto a Jaime Gil de Biedma y otros amigos, fundaron Barral Editores, un sello que puso en juego más energías que medios económicos y que naufragó a principios de los ochenta.

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                               Concurso jóvenes talentos                                              Universidad Camilo José Cela