Susan Sontag. Vida y obra«Podía ser cruel, irascible, ególatra, pero era tan brillante que eso quedaba perdonado. Su influencia sigue irradiando reflexiones y reacciones en lectores del mundo entero, acaso, porque anticipó este mundo», sugirió en estos días Benjamin Moser (Houston, 1976), autor de Sontag. Vida y obra (Ed. Anagrama) en relación a su biografiada, probablemente, la intelectual más famosa del siglo XX, y un ícono de la cultura. «No hay sucesora», sentencia el escritor.

 

Por Verónica Abdala

 

En este libro, al que dedicó siete años de investigación, Moser presenta el resultado de un trabajo monumental, que le valió nada menos que el Premio Pulitzer de Biografía en 2020, y en el que, además de analizar y celebrar su legado -teórico, ficcional pero también arraigado en la militancia y sus intervenciones públicas-, aborda los aspectos más conflictivos de la intelectual fallecida en 2004: desde la compleja relación con su madre alcohólica, Mildred, a sus propias dificultades en el ejercicio de la maternidad y la tensa relación con su hijo David Rieff, que además fue el ideólogo de esta biografía. También, la imposibilidad de Sontag de asumir públicamente su lesbianismo y las conflictivas relaciones que mantuvo, alternativamente, con hombres y mujeres.

 

Pero, ante todo, el libro atiende a la progresiva metamorfosis que convirtió a aquella chica (Susan Lee Rosenblatt, hasta que a los 11 años adoptó el apellido de su padrastro), que, ya en la adolescencia empezaba a descollar, decidida a dejar de ser una outsider.

 

“El impulso intelectual le vino de su sexualidad”, asegura Moser, que nunca tuvo oportunidad de conocer en persona a Susan Sontag (EE.UU, 1933-2004), pero leyó sus novelas y ensayos mientras era estudiante de Letras e Historia en la Universidad de Texas, y en el libro presenta un despliegue inédito de anécdotas y testimonios en relación a su figura.

 

Crítico cultural y traductor, en su país -Moser es columnista en Harper’s Magazine y The New York Times Book Review, el autor colaboró también en medios como The New Yorker, Condé Nast Traveler y The New York Review of Books-, se convirtió, además, en el primer investigador en acceder a la totalidad de los documentos privados de Sontag: los 100 volúmenes de sus diarios -casi todos inéditos-, a los que sumó unas quinientas entrevistas de personas que la conocieron muy de cerca.

 

Antes, el autor le había dedicado otra biografía a la brasileña Clarice Lispector (Por qué este mundo, editada por Siruela en 2009 y que fue finalista del National Book Critics Circle Award).

 

En este caso, para escribir la de Sontag, recibió la propuesta del propio hijo de la ensayista y escritora, David Rieff: “Me quedé un poco espantado —admitió el biógrafo porque en Estados Unidos ella es una figura monumental. Sabía que iba a ser difícil aproximarse, pero no podía desaprovechar la oportunidad. Es una vida fantástica, tan rica en todos los sentidos, que ha sido un placer tener eso en mis manos, aunque también un desafío”.

 

Un dato de color que da dimensión del trabajo que encaró y el compromiso con que lo hizo: el libro suma veinte páginas de agradecimientos. Otro dato: Moser asegura que llegó a leer tan profundamente a Sontag, que pudo llegar a “oír su voz” cuando la leía, e incluso reconocer si un texto había sido escrito por ella o no.

 

Finalmente, el autor contó para su libro con el testimonio de la última pareja de Sontag, la fotógrafa Annie Leibovitz -una de las que dejaron huella profunda en su visa sentimental, como la dramaturga María Irene Fornés-, que en un comienzo se había mantenido a distancia del proyecto por estar enemistada con Rieff.

 

Ensayista, novelista y activista política, Sontag es reconocida a nivel global por haber transformado de manera radical el modo en que los pensadores ocupan el espacio público. La autora de Notas sobre lo Camp, ganó fama internacional después de la publicación de su obra cumbre, Contra la interpretación, en 1966: ese libro, que reunía sus artículos y ensayos publicados en los años previos en revistas y diarios, se convirtió entonces en poco menos que en la Biblia de una nueva forma de pensar y analizar la cultura contemporánea.

 

Aunque en el terreno de la política, su activismo fue igualmente disruptivo y finalmente valorado: probó ser, desde la Guerra de Vietnam, una decidida militante por los Derechos Humanos, que a lo largo de las décadas, marchó contra Vietnam y creyó inicialmente en la Revolución Cubana como promesa -aunque con los años marcó profundas diferencias con el régimen castrista-, fue una de las voces del feminismo en su país, montó Esperando a Godot en Sarajevo y se manifestó públicamente contra la fetua declarada a Salman Rushdie. Dueña de una inteligencia precoz -empezó a leer a los tres años y a escribir a los seis, terminó sus los estudios secundarios a los 15 y se casó con un conocido profesor universitario a los 17-, Sontag también se jactaba de su energía desbordante e innegable glamour. En este libro, que sirve en paralelo para el repaso pormenorizado de una época, emerge con toda su abrumadora y cautivante complejidad.

 

Figura insoslayable del pensamiento contemporáneo, la escritora forjó una obra ensayística que, incluso hoy, revela, redefine y analiza las claves visibles y las menos evidentes de la cultura del presente, aunque la valoración de sus primeros textos y artículos -piezas que expresaban las claves de un tiempo complejo- debe entenderse en el marco de los acontecimientos sociales, culturales y políticos de los años 60: su caldo de cultivo era la necesidad simultánea de millones de personas de todo el mundo de superar viejos parámetros de pensamiento y acción. Los movimientos revolucionarios que se multiplicaban en el planeta, la irrupción de nuevas formas de arte y expresión, la apertura mental hacia nuevos horizontes de conocimiento, fueron partes centrales del contexto en que se atrevió a enfrentarse al coro de entendidos.

 

La auténtica revolución ideológica que significó su incursión como crítica cultural debe parte de su importancia al hecho de que le haya dado rango académico a las nuevas manifestaciones artísticas, en un tiempo en que la crítica tradicional consideraba a las llamadas “bellas artes” como deber excluyente.

 

A partir de ahí, y a lo largo de su extensa carrera como ensayista, Sontag se interesó por una constelación de cuestiones, y en todos los casos demostró una versatilidad inusual para analizarlas desde una perspectiva original: asuntos aparentemente tan alejados entre sí como la omnipresencia y los efectos de las imágenes fotográficas en las sociedades contemporáneas, los simbolismos asociados a enfermedades como el cáncer, la tuberculosis y el sida, las guerras, las vanguardias, la literatura pornográfica, o las virtudes que debe reunir una creación para ser considerada arte, cobran sentido y se interconectan en sus libros.

 

Entre los títulos más importantes de su obra ensayística -desde mediados de los 60 hasta su muerte, en 2004, su prestigio de no cesó de crecer- destacan, para quienes quieran leerla: además de Contra la interpretación (1966), Estilos radicales (1969), Sobre la fotografía (1977, premio a la crítica del National Book Critics Circle) y uno de sus títulos más populares, así como La enfermedad y sus metáforas (1977), cuya versión ampliada se publicó diez años más tarde, incluyendo El sida y sus metáforas (1988), y Bajo el signo de Saturno (1980).

 

Publicó, además, cuatro obras de ficción: El benefactor (novela, 1963), Yo, etcétera (relatos cortos, 1978), El amante del volcán (novela, 1992) y En América (novela, 1999, por la que obtuvo el National Book Award y el Jerusalem Book Prize).

 

Publica Clarín Cultura.