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27 Abr 2024
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Por Santiago Kovadloff

Así es como Trías arriba a las proposiciones que distinguen su propuesta: la música puede ser abordada filosóficamente y, en tal medida, considerada un campo dotado de significación. El discernimiento de las afinidades conceptuales entre la composición musical y la filosofía resalta como una de las contribuciones centrales de Eugenio Trías a un debate que, sin duda, no tendrá fin pero que, por lo pronto, amplía el alcance de los puentes previamente tendidos por Martin Heidegger entre poesía y filosofía.

Alberto Sucasas, exégeta de Trías, no es por cierto un desconocido entre nosotros. Ha sabido perfilarse en el escenario filosófico como un autor de indudable interés, al convertirse en uno de los comentaristas más agudos del pensamiento de Emmanuel Levinas. Con su nuevo libro, La música pensada, el estudioso gallego explora esta vez una franja territorial de la filosofía de su país. Y lo hace con su habitual calidad analítica. El volumen recorre centralmente dos obras de Eugenio Trías: El canto de las sirenas (2007) y La imaginación sonora (2010). Así resume Sucasas el propósito de Trías:

"No sólo se impone vencer una arraigada fobia filosófica, iluminando la supuesta opacidad del sonido musical mediante el logos (El canto de las sirenas proclama la receptividad, en escucha filosofante, del concepto de sonoridad). Es igualmente necesario despejar los obstáculos provenientes de un mundo musical reacio, en su ensimismamiento, al encuentro con el pensamiento discursivo. En ese afán, insiste Trías, ampara al filósofo la creación musical del siglo XX. [.] Si el pensador se vuelve oyente, el músico, urgido a la reflexión por su propio trabajo compositivo, deviene naturaliter filósofo".

La tradicional hostilidad de los opuestos, ésa que con tanta sagacidad poética desbarató Heráclito hace veintiséis siglos, favorece una tensión que Trías tampoco acepta como irreductible. Así lo señala Sucasas al subrayar que una de las formas que toma en Trías la necesidad de superar las dicotomías en apariencia terminales es, justamente, su hipótesis sobre la música como un terreno semántico y en el que, por lo tanto, puede prosperar el pensamiento filosófico.

Otro procedimiento sugestivo sobre el que Sucasas llama la atención es el que nos dice de Trías como un pensador que, aun antes de abordar expresa y demoradamente el tema de lo musical, ya se complacía "en reflejar el carácter itinerante de la experiencia filosófica, valiéndose para ello de metáforas musicales ("sinfonías", "ciclos" y "movimientos") en la propia estructura compositiva de sus textos".

Sin desatender en ningún momento su asunto específico, el estudio de Sucasas se configura como un verdadero caleidoscopio de todo el pensamiento de Trías. Las articulaciones realmente polifónicas que establece entre las obras sucesivas que le dan vida inscriben a las estrictamente musicales en una genealogía que las respalda y explica.

El libro de Sucasas lleva un epílogo del propio Trías en el que éste convalida y agradece la certera incursión del pensador gallego en su concepción de las correspondencias entre música y filosofía. "Creo -dice- que Alberto Sucasas es, hoy por hoy, uno de los mejores filósofos de la lectura y de la escucha que tenemos el honor de conocer en nuestro ámbito hispano." Y no se equivoca. En apoyo de su trabajo, bien podría contar Sucasas con la siguiente aseveración de Wittgenstein: "Lo que llamamos 'entender una frase' tiene a menudo mucha más semejanza con entender un tema musical de lo que quizá estuviéramos inclinados a creer". En tal sentido, Sucasas sostiene, en su monografía, que la formulación de una convergencia posible entre la lógica musical y la filosófica ha sido, junto con La edad del espíritu, su "más ambiciosa creación en el terreno de la filosofía". La precisión expresiva con que Sucasas despliega el análisis de ese encuentro entre el concepto y la melodía inscribe a Eugenio Trías en la estirpe de quienes comprendieron el parentesco, fascinante y abismal a la vez, de la palabra con el sonido y el silencio; de la estructura melódica con el análisis filosófico. Si, como sostuvo Mozart, "la verdadera música está entre las notas", fue haciendo pie en ese suelo impalpable y discernible a la vez como Trías supo desplegar su imaginación y su talento especulativo. Por su parte, Alberto Sucasas ha logrado transmitirnos, paso a paso, los matices de una meditación cautivante.

 

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