"Quien conoce Grecia conoce Europa no en sus ilusiones, en sus ficciones, en sus ‘misterios’, sino en su pobre y desnuda verdad". Estas palabras de Alberto Savinio fueron escritas hace más de setenta años, pero su lapidaria sentencia conserva toda su lozanía. Aquel que se aventure en el análisis de la situación europea actual esperando extraer conclusiones sobre su próximo futuro no debería relegar el aserto. Grecia es cuna y tumba de Europa, metáfora y metonimia, paradoja y oxímoron, su ombligo. La actualidad de la obra ensayística de Savinio (pseudónimo de Andrea de Chirico, y hermano menor del pintor) es inquietante y su lucidez podría alumbrar más de un aspecto del presente: "La inteligencia es necesaria sobre todo en los momentos ‘críticos’, porque posee la divina facultad de deshacer cualquier entuerto, porque no conoce lo imposible y porque los momentos de ‘crisis’ no son otra cosa que los frutos durísimos y venenosos de la enorme, nefasta e inmortal estupidez humana".