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El volumen de Illouz -quien ya había trabajado la dimensión emocional en La salvación del alma moderna e Intimidades congeladas - puede ser insertado dentro del llamado "giro afectivo" -sí, otro más- donde se ha empezado a debatir el papel de las emociones o afectos en el modo en que se intersectan lo público y lo privado. Sin embargo, no se trata aquí de cuestionar las estrategias clásicas de discutir esta tensión, sino de rendir cuenta minuciosamente de una transformación de la experiencia cotidiana del amor responsable del incremento del dolor.

El argumento central de Illouz -basado en un gran corpus de entrevistas y en fuentes de ficción- consiste en mostrar que el ideal de autonomía de la modernidad, aplicado a la esfera privada, ha erosionado la confianza y destruido cualquier rastro de certeza. Y es esa incertidumbre, esa disolución de las reglas tradicionales que durante siglos sostuvieron las relaciones amorosas, la principal responsable de nuestras angustias.

La introducción de la lógica económica en la construcción de un mercado sexual y el proceso de racionalización de las emociones han hecho a un lado elementos clave en los que se fundan el erotismo y el amor: la ambigüedad, la intermitencia, el lenguaje velado, el jugueteo. En un marco en que la ironía es el tropo dominante y en el que prima el individualismo afectivo, la fantasía ha sido definitivamente aplastada. Sufrimos, dice, vivir en medio de un apabullante culto a la belleza, resultado de la revolución sexual, que no hace más que separar la vida sexual de la emocional.

Illouz advierte insistentemente que estas consecuencias resultan más problemáticas para las mujeres que para los hombres. Son ellas las que padecen más lastimosamente el dominio masculino sostenido en el ideal de autonomía volcado sobre una esfera privada en la que no han logrado acceder a la paridad lograda en las cuestiones públicas.

Illouz cumple y lanza un consejo: paradójicamente, la manera de evitar el dolor es dejar de dar recetas orientadas por el imperativo de esquivar el sufrimiento. La pérdida de intensidad emocional es, asegura, una pérdida cultural importante; pero frente a un modelo de acumulación de capital sexual, la respuesta debe llegar a través de la reinvención de la pasión y no mediante el intento de volver a un pasado definitivamente perdido. Apasionada ella misma en su uso de la escritura, Illouz construye una suerte de trama novelesca donde por momentos resulta difícil rastrear en qué medida las conclusiones se desprenden de su trabajo de campo. Algo dicotómicos, por cierto, sus planteos; sin embargo, alivian del modo en que las ciencias sociales logran hacerlo: tomando distancia de aquello instalado como mero sentido común. Como dice Carrie Bradshaw -protagonista de Sex and the City -: "¿ Necesitamos distancia para estar cerca?".

Ficha:

Por qué duele el amor
Eva Illouz
Capital Intelectual/Katz
Trad.: María Victoria Rodil
364 páginas