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Publica La Vanguardia

Por Ima Sachis

-Físico, filósofo, historiador...

-Mi primer amor fue la música, soy clarinetista. Siempre he estado dividido entre las artes y las ciencias, ya en mi doctorado analicé la interacción entre la ciencia y el arte en la época de Galileo.

-Cuando arte y ciencia dormían en la misma cama.

-Luego se separaron y perdimos mucho. Así que mi objetivo ha sido crear un espacio en el que pudieran volver a reunirse, y eso es la Science Gallery de Dublín. Allí, científicos y artistas mantienen una colaboración creativa para desarrollar nuevas ideas.

-¿Qué criaturas surgen de ahí?

-Una campera viva hecha de células madre humanas y de ratones: cuero, sin víctima. ¿Cómo se sentiría si tuviera que matar a su campera?

-Fatal.

-Este tipo de objetos nos ayuda a cuestionarnos sobre cómo la ciencia evoluciona y las posibilidades increíbles que nos permitirá alcanzar. También hicimos una exposición sobre la ciencia del amor y hay investigaciones que demuestran que a través del olfato seleccionamos a las parejas más compatibles inmunológicamente con nosotros.

-¿En su centro se investiga?

-Sí, e implicamos a científicos que están en la cresta de la ola en un equipo multidisciplinar.

-¿Le sorprendió algo?

-Saber, por ejemplo, a raíz de una exposición sobre el agua, que para que se cree un huevo de gallina hacen falta 200 litros de agua. Que existen 50 mil millones de pollos en el mundo, siete veces más pollos que personas. Saber que sólo el 20% de nuestras células son humanas, el resto son bacterias, somos simplemente un hábitat para las bacterias.

-Emana usted entusiasmo.

-¡Es que es fascinante! Hicimos una exposición sobre pandemias infecciosas. Reunimos a inmunólogos, epidemiólogos, expertos en marketing y neurocientíficos.

-¿Y qué surgió?

-Las pautas en común entre el pánico financiero, la difusión de los chistes, la religión y las gripes. En 1969 hubo una epidemia de risa en Tanzania que duró un año.Empezó en una escuela de niñas que cuando volvían a sus casas, en diferentes pueblos, expandían la epidemia, que se perpetuaba como una enfermedad infecciosa. Nadie sabe cuál fue el detonante, pero las escuelas tuvieron que cerrar porque nadie podía dejar de reír.

-Ha estudiado física y filosofía, dos disciplinas que están muy relacionadas.

-La separación entre ambas es bastante reciente. Newton y Descartes se consideraban filósofos, y a la física se la denominaba filosofía natural. Muchos de los debates de la física actual son filosóficos.

-¿Por ejemplo?

-Las implicaciones que tiene para nuestra experiencia la existencia de universos múltiples donde habitan distintas versiones de nosotros con experiencias diferentes.

-¿La física cuántica cambiará nuestra visión del universo?

-Ya la ha cambiado. Hace un año en Austria teletransportaron una partícula, como en Star Trek . Hay un largo camino de ahí a teletransportar personas, pero la posibilidad ya está allí. El problema es que la mecánica cuántica es una visión muy extraña. Distintas versiones de vos mismo y entre ellas una que no muere nunca, ¿cómo aplicás eso a tu vida cotidiana?

-¿Cuáles son las áreas de investigación clave actualmente?

-Lo más estimulante está sucediendo en las fronteras entre distintas disciplinas. Neurociencia e ingeniería, por ejemplo, neuronas que crecen en chips; neurojuegos. El problema es que el modelo educativo está caduco. Debemos apostar por un sistema educativo que se base en la creatividad y no en la transferencia de información. Nuestras decisiones de qué desayunamos, cómo nos movemos o qué ideas creativas desarrollamos tienen un gran impacto en el mundo. La mayor parte de nosotros nos vemos forzados mediante el sistema escolar a no desarrollar jamás muestras ideas creativas de manera completa. Debemos proporcionar a los estudiantes entornos creativos.

-Hoy, más que nunca, hay muchos científicos controvertidos.

-Contar con científicos que cuestionan nuestras ideas básicas es muy importante. La mayor parte de los grandes descubrimientos revolucionarios de la ciencia fueron descartados por la masa de científicos de su época, y estas revoluciones solían venir de personas de sectores distintos.

-Científicos que amaban el juego.

-Efectivamente, porque el juego y las interconexiones inesperadas son un valor fundamental en la ciencia.

 

Colaboramos con:

                               Concurso jóvenes talentos                                              Universidad Camilo José Cela