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25 May 2024
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Redacción FL

Por Ernesto Bottini

Para constatar esta actualidad del pensamiento sobre la Utopía hay dos ediciones especialmente significativas disponibles en las librerías españolas. Una de ellas es el número 5 de la revista independiente Vacaciones en Polonia, dedicado íntegramente al análisis y la puesta al día de la larga nómina de proyectos utópicos relacionados con la literatura. Allí se da cuenta de las obras de Moro, Campanella, Fourier, Bacon, Thoreau, Hawthorne, William Morris, Holberg, Skinner, Kubin, Huxley... Se analizan los modelos utópicos, distópicos, ucrónicos y todas las grandes discusiones que el tema ha propiciado en el seno de la literatura, el arte, la filosofía, la sociología, etc. El número especial de Vacaciones en Polonia es una buena introducción al concepto de Utopía y a las perspectivas que actualizan periódicamente su vínculo con la realidad política y los posibles sociales. Con su habitual despliegue gráfico y calidad de factura, la edición de Vacaciones en Polonia dedicada a la Utopía es una fiesta de pensamiento y maquetación.

La otra publicación, recientemente presentada por la editorial Siruela en su colección El Ojo del Tiempo, es Utopía. Historia de una idea, de Gregory Claeys. El libro contiene un exhaustivo recorrido por los autores de las más importantes obras del género, sus biografías y las características esenciales de sus propuestas utópicas. Además de ser un completo “diccionario”, el libro de Claeys representa una aportación inédita al imaginario de la Utopía por las más de doscientas ilustraciones que contiene. Estas imágenes de la Utopía que recoge permiten hacerse una idea de la visualización del espacio utópico desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, desde los jardines edénicos y paradisíacos del imaginario arcaico hasta las grandes ciudades utópicas del Renacimiento, la Modernidad y la Ciencia Ficción. Es interesante constatar que, como decía Pierre-François Moreau en La utopía. Derecho natural y novela del Estado, “En el seno de la Ciudad utópica la razón se vuelve urbanismo”.

Una de las tentativas para definir las coordenadas taxonómicas del género consiste en la división entre discurso crítico, discurso descriptivo y discurso justificativo. También se puede encontrar articulado de la siguiente manera: “viaje”, “naufragio” y “rescate”. Esta forma llega hasta hoy en obras como La costa de Utopía (2002), del dramaturgo Tom Stoppard. Comenta Moreau: “Como todos los géneros que describen un allá, la utopía necesita subrayar de manera sensible su diferencia con el aquí. Los procedimientos que emplea con ese fin no son propiamente suyos. Se encuentran unos en el viaje imaginario o la promesa milenarista, otros en la sátira o en el discurso reformador. Ya sea que la utopía deslumbre por el destello de un lenguaje desconocido y misteriosamente razonable, o ya sea que invierta las figuras del mundo tradicional, o que corrija los abusos bien sabidos de las instituciones, la utopía recurre a temas que ofrecen un débil poder de adherencia respecto de cada género de los acotados [...] más allá de variantes de contenido, la religión de la utopía siempre es racional en el mismo sentido que su arquitectura o en los fines perseguidos por sus ciudadanos. Para eso la utopía delimita un lugar donde todos son sometidos a las mismas exigencias, que de ninguna manera pueden llegarles desde afuera”.

El imaginario utópico sigue siendo un poderoso estimulante para el pensamiento social, económico y cultural, y pese a las oscuras acusaciones de Saramago –o justamente por ello- la Utopía mantiene una lozanía envidiable con respecto a otros géneros que se ocupan de pensar el futuro desde una perspectiva de libertad y justicia. Si tenemos en cuenta que el componente nuclear de toda Utopía consiste en establecer un diálogo crítico con el presente para proyectar un futuro “mejor” (o dicho de otra forma, pensar un futuro “mejor” para cuestionar el presente), el pensamiento utópico no tiene rival en el plano de las ideas. Lo importante será, entonces, insistir en el repliegue de ese futuro ideal que postula la Utopía sobre el presente mejorable de las sociedades actuales. Mirada inquieta e inconforme con el presente, la Utopía despliega sus potencialidades imaginando una organización que mejora las cláusulas de un presente fallido. Sin esa distancia, difícilmente puedan pensarse las mejoras y los ajustes necesarios de las estructuras sociales del presente y de sus fundamentos tanto racionales como espirituales.

 

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