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27 Abr 2024
11:00AM -
Sandor Marai

Revista

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Lectura de manuscritos y tutorías para obra en curso 

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Redacción FL

 

    Por 99 dólares la reseña (y la posibilidad de hacerlas por decenas a un costo más reducido) el señor Rutherford seleccionaba algún atractivo de la obra y construía auténticos panegíricos y laudatorias que ponía para cazar incautos en la red. Las medidas de control sobre la “autenticidad” de los comentarios, rudimentarias y difíciles de aplicar con eficacia, permitieron a Rutherford explotar un negocio latente y cuantioso: la pléyade de aspirantes a ganarse un lugar en el estrecho mercado de la literatura. En 2006, antes de la aparición del dispositivo Kindle, se registraron 51.237 obras autoeditadas solo en los Estados Unidos y en formato físico. En 2011, entre los libros físicos y los digitales, se registraron más de 300.000 autoediciones. Se entiende que el negocio de Rutheford, que empezó en 2010, tuviese una demanda enorme. Ahora Google ha suspendido sus anuncios y Amazon ha retirado algunas de sus reseñas, alegando que no aceptan este tipo de comentarios por encargo. Las posibilidades de detectar este tipo de prácticas, en cualquier caso, son nulas. La principal colaboradora de GettingBookReviews.com, que no podía mantenerse solo con los textos de Rutherford, fue Brittany Walters-Bearden, quien escribió miles de reseñas de libros que nunca leía. Con veinticuatro años, Walters-Bearden hacía refritos de información que encontraba en la web y celebraba de forma entusiasta las publicaciones de los temas más diversos por 15 dólares la pieza.
   

Entre la sospecha de que la crítica literaria tiene mucho de mercenaria, y la certeza de la dependencia económica que los principales suplementos de libros tienen con los más importantes sellos editores, vuelve a plantearse con casos como este el rol y el espacio que una crítica independiente tiene -y el que debería tener- en la conformación del canon y el criterio con el cual se evalúan las obras. La profesionalización de la crítica, junto con las plataformas que pueden pagar la práctica de esa profesión y gestionar las vías de publicación de las reseñas, están sujetas a la necesidad de un público que demande lecturas rigurosas y, en la misma línea, de una comunidad de lectores formados que sepan valorar el producto de ese trabajo. Esto nos devuelve a un debate que no parece avanzar: en la proliferación hipertrófica de obras que saturan el medio, ¿cuál es el lugar de la crítica literaria y para quién se escribe?

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                               Concurso jóvenes talentos                                              Universidad Camilo José Cela