Publica La Vanguardia
Por Sergio Vila-Sanjuán
La obra de Castellet presenta todas las virtudes de unas buenas memorias de editor, como las de Michael Korda, Tom Maschler o Jorge Herralde: cultas, ligeras, y con buenas anécdotas, como las relativas al viaje realizado realizado junto a Carmen Balcells por Sudamérica, con sesión de brujería en Iquitos incluída. En general son amables, como corresponde a alguien aún vinculado a la editorial que evoca, pero también recoge momentos complicados, como la visita en 1964 al ministro de Gobernación Camilo Alonso Vega para que facilitara el retorno de Max Cahner, que habían sido expulsado de España, o la puesta en marcha y posterior crisis del proyecto de la Gran Enciclopèdia Catalana (GEC), que estuvo a punto de acabar con la editorial.
En la actual presentación, Castellet ha añadido un capítulo que abarca el periodo 1987-1997. También aquí aparecen proyectos enciclopédicos, aunque menos conflictivos que la GEC, como la Història gràfica de Catalunya, o la Història de la Cultura Catalana. Nunca entendí por qué razón le encargaron dirigir un proyecto de esta índole a un historiador del movimiento obrero sin especial trayectoria en estudios culturales, como Pere Gabriel, y Castellet no aporta información al respecto.
Y de nuevo hay anécdotas, como la indignación de Perucho cuando, tras viajar a Tampa (Florida) para un congreso, fue alojado en un motel de carretera donde por la noche se escuchaban tiroteos. Se negó a participar en las sesiones hasta que le llevaran a un “hotel vertical”, y cono no lo hicieron, se quedó en el inhóspito establecimiento sin acudir a las sesiones académicas durante toda su estancia.
Como director literario una de las cosas importantes que hizo Castellet fue llevar autores a Edicions 62, y en el libro recién publicado traza perfiles de tres de los que llevó: Salvador Espriu, Montserrat Roig y Baltasar Porcel. Estos dos últimos aparecen retratados en “momentos decisivos” de esos que, según Chéjov, marcan la dirección de una vida.
