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Ojos de videogame

 

Por Juan Manuel Dominguez

 

Hasta un borracho puede jugar: ésa era la consigna inicial cuando la primera máquina del videojuego Pong fue puesta a prueba en un bar de Silicon Valley en septiembre de 1972. La leyenda dice que Nolan Bushnell, su autor intelectual, despachó la máquina, y esa misma noche el juego cumplía su meta al convocar a hileras de tipos que ya habían empinado el codo, con sus monedas de 25 centavos frente a una recreación extremadamente abstracta –dos rectángulos como jugadores, un cuadrado como pelota– de un partido de tenis. Es una historia simpática. Pero es falsa. Lo que ocurrió aquella noche fue que los muchachos de Atari, la compañía fundada por Bushnell, fueron al bar, atiborraron de monedas la máquina hasta atascarla y se sentaron a esperar a que el dueño del bar llamara a la compañía para avisar que el juego no funcionaba. La pregunta es para qué inventaron este romántico cuento de iniciación que hoy es celebrado como el Big Bang de una industria que en la actualidad supera en ganancias a Hollywood y la industria musical juntas. La explicación es sencilla: todo fenómeno de la cultura popular necesita un mito de origen.

 

Es por eso que la cronología del videojuego ha sido a menudo objeto de una simplificación excesiva. Los posibles “primeros juegos” de la historia son fácilmente media docena, y anécdotas como las de Bushnell abundan en el medio. Es sobre estas historias justamente que trata All Your Base are Belong to Us (subtitulado How Fifty Years of Videogames Conquered Pop Culture, o Cómo cincuenta años de videojuegos conquistaron la cultura pop), el libro de Harold Goldberg editado en 2011 y por ahora iné-dito en castellano.

 

All Your Base are Belong to Us: How Fifty Years of Videogames Conquered Pop Culture, del periodista Harold Goldberg, inédito en castellano.Crítico de videojuegos de publicaciones influyentes como Wired y Entertainment Weekly, Goldberg presenta en su libro numerosos personajes y narra diferentes detrás-de-escena de los imperios que llevaron adelante videojuegos icónicos (desde Pong hasta el BioSchock) a la vez que rastrea varias de las ideas que fueron vitales para el éxito actual de la industria. En las páginas de All Your Base are Belong to Us puede seguirse el recorrido que llevó a Nintendo de ser una fábrica de juguetes a la multimillonaria dueña del bigotudo Mario. El título All Your Base are Belong to Us, que traducido vendría a ser algo así como Todas sus bases son nos pertenecen (sic), es una contraseña nerd, que hace referencia a una frase mal traducida del japonés al inglés perteneciente al videojuego Zero Wing (1992), y que a comienzos del nuevo milenio devino en una especie de cucarda geek. El libro de Goldberg ofrece un acercamiento cuidado y riguroso a un universo que en general no ha sido correctamente analizado o se ha quedado en la autocomplacencia de ghetto. Hacía falta, para reconocer finalmente el lugar que ocupan en la cultura contemporánea, contar sus historias y retratar a sus personajes más relevantes, o, en palabras del propio Goldberg: “Los videojuegos siempre fueron pensados como un paso más en la cadena evolutiva de los juguetes. Creo que siempre es importante poder conectar un rostro con un proceso creativo. Los departamentos de marketing hicieron de Bill Gates el genio creativo detrás de algo tan aburrido como un sistema operativo”.

 

Mientras tanto, la industria alcanza proporciones monstruosas –la facturación global por ventas de juegos de consolas crece año a año y para el 2012 se estima en más de 14 mil millones de dólares– y su referente podría ser el cine: tal vez para buena parte de las nuevas generaciones los videojuegos son las nuevas películas y no por nada, buena parte de las superproducciones veraniegas más anticipadas de Hollywood imitan en sus aventuras la emoción del movimiento perpetuo, el ritmo y hasta la primera persona de la consola, sino que muchos lanzamientos de videojuegos se promocionan con trailers de formato cinematográfico (es decir, “colas” de próximos estrenos). Confirmando esta tendencia, en la madrugada de hoy tuvo lugar la novena entrega de los Video Games Awards, para –según indica la señal de cable TNT, que los emite y promociona casi a la par de la entrega del Oscar– “los productos más exitosos e innovadores” de “una de las industrias más prolíficas dentro del rubro entretenimiento”, con galardones tales como “Mejor juego de pelea”, “Mejores gráficos”, “Mejor Juego para computadora” y “Mejor canción en un videojuego”. Una ceremonia que puede verse otra vez esta tarde a las 17.40, y que contó con la conducción de Zachary Levi (el protagonista de la serie Chuck, y actor “vocal” de juegos como Fallout: New Vegas y Halo: Reach) y la actuación en vivo de The Black Keys, así como la presentación de celebridades de todo tipo, vinculados de alguna manera con el mundo de los fichines: desde famosos diseñadores de juegos (como Hideo Kojima, de Metal Gear Solid: Rising), la supermodelo de Sports Illustrated Brooklyn Decker (también estrella del juego Battleship), el actor Seth Green (de la sitcom animada Family Guy, y voz en el juego Mass Efect); y otros cuya única relación con todo esto es su pertenencia al universo de ciertos consumos juveniles (como el rapper LL Cool J, o Jason Biggs y Sean William Scott, de American Pie). Además, para esta edición de los premios se ha instituido por primera vez un Salón de la Fama y se conmemorarán los 25 años de The Legend of Zelda, juego clave en el desarrollo de la industria. En otras palabras, un cambalache autocelebratorio elocuentemente parecido al que la Academia de Hollywood lleva adelante desde hace más de 80 años.

 

Tras recorrer medio siglo de anécdotas de la industria y los grandes saltos evolutivos de su objeto de estudio, Golberg sostiene la tesis de que aún es posible que, como medio narrativo, los videojuegos algún día sean asimilables a la literatura o el cine. "Aunque circulan en la cultura desde hace 50 años, los videojuegos son relativamente jóvenes si se los compara con otras formas de arte popular", dice. "Creo que todos deberían abrir su mente frente al potencial del medio. Cuando un videojuego está bien hecho, puede movilizar tanto como una película o una novela. No estoy sugiriendo que los autores de videojuegos pueden compararse con David Foster Wallace. Pero son igual de movilizadores. Creo que el Santo Grial para los diseñadores de videojuegos es escribir algo que esté a la par de clásicos de la ficción. Me gustaría pensar que estamos a centímetros de ese día".

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                               Concurso jóvenes talentos                                              Universidad Camilo José Cela