Redacción FL
Aquello que se pudo ver en Función Lenguaje fue un mosaico de abordajes a Oriente Próximo, una serie de miradas cuya cláusula principal implicó la conciencia de estar ejerciéndose desde un sistema cultural que habitualmente se esfuerza poco en crear un espacio de comprensión. El primero en proponer su mirada fue el poeta Dionisio Cañas, que expuso el proceso de su largo proyecto El Gran Poema de Nadie. Centrado en su experiencia en El Cairo, Cañas habló también de la cronología de las revoluciones que se desencadenaron en los últimos meses en toda la zona, y de algunos libros importantes que recogen o reflexionan sobre la situación. La figura de Edward Said, y su invitación a pensar Oriente prescindiendo de los lugares comunes del poscolonialismo o el eurocentrismo, funcionó como centro gravitatorio de estas referencias.
El cineasta británico Tom Skipp, por su parte, proyectó tres de sus trabajos realizados en el contexto del proyecto Caravan realizados en Turquía y Siria. Las obras de videoarte fueron acompañadas por comentarios en los que Tom Skipp relató las circunstancias de las filmaciones y dio cuenta de la naturaleza de sus propuestas. Inquietantes y llenas de vitalidad, sus creaciones obligan al espectador a entrar en un sugerente universo de códigos y metáforas.
Rocío Cenalmor y Cristina Fernández Correa presentaron “La Mano Despierta”, una pieza en vivo basada en la fusión de lenguajes (música, voz, fotografía) e inspirada por la terrible lapidación de una joven. Las imágenes fueron producidas por David Jorge Madrid y la coreografía del teatro de movimiento por Marta Schinca.
Por último, el violinista David Echevarría cerró el evento tocando "Tahrir", tema para violín solo inspirado en la “primavera árabe” y en uno de sus focos simbólicos más representativos.
El resultado de estas prácticas fue una experiencia variada y de alguna manera disruptiva y tensa, donde pudo intuirse Oriente Próximo a partir de las miradas de estos artistas atentos y sensibles. La conclusión que quedó flotando en el aire es que mirar a Oriente, hoy en día, implica enfrentarse a cierta distorsión difícil de enfocar, y el lenguaje que resulta del ejercicio es inevitablemente una mezcla de atonalidad, impotencia y desconcierto.
