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27 Abr 2024
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Publica La Vanguardia

Por Xavi Ayén

Autora de catorce novelas, que se centran en su vida y en la condición femenina, fueron varias las ocasiones en que visitó Barcelona. En 1995, lanzó en una conferencia el mensaje de que "al integrismo islámico -que había matado a varios de sus maestros y discípulos- no se le detiene solamente con el ejército, existe una base de miseria, un fondo social, que hay que solucionar para que no cale ahí su mensaje". En el 2002, Djebar pasó de nuevo por Barcelona para hablar de su novela Las noches de Estrasburgo. Si bien la sede parlamentaria de la Unión Europea parecía una ciudad poco adecuada para situar en ella una tórrida historia de amor, eso es lo que había hecho ella, haciendo que la protagonista, Thelja, viviera un apasionado romance de nueve noches con un ciudadano francés en este municipio alsaciano. En esta novela “erótico-lingüística”, establecía “un paralelismo entre el contacto entre idiomas y los contactos amorosos, nada hay más apasionante que descubrir un nuevo idioma en la persona amada, suele verse como una situación de conflicto pero en mi libro es lo contrario, y los casos que explico son reales”. Fue la primera novela de Djebar que no transcurría en Argelia. “Asesinaron a dos amigos míos en Argelia y, conmovida por el dolor, enterré el manuscrito en un cajón. Escribí otros tres libros, más duros, y después retomé éste, cuando ya daba clases en Estados Unidos y pensé que lo que teníamos que hacer era escribir sobre la gente que hace el amor, que es lo que ha salvado a tantas personas en las guerras, conozco muchos casos”.

Seguida aquí por escritoras como Ana María Moix o Clara Janés, protagonizó, junto a Tahar Ben Jelloun, Fatima Mernissi, Mohamed Chukri o Mohamed Dib, un resurgir de la literatura magrebí.

Nacida en la localidad costera de Cherchell, hija de un maestro, no cruzó palabra con un chico hasta los 17 años y no probó el alcohol hasta los 45, pero fue la primera mujer argelina en ingresar en la Escuela Normal Superior, en Sèvres. Debutó como escritora en 1957, durante las revueltas estudiantiles de argelinos en Francia, con La sed. En 1959, fue profesora de Historia en la Universidad de Rabat, y más tarde en la de Argel pero, cuando las autoridades del país le exigieron que impartiera las clases en árabe, renunció. Consagró la década de los 70 al cine, especialmente a los documentales, y consiguió el premio de la Crítica de la Bienal de Venecia en 1978 por La Nuba de las mujeres del monte Chenua. Volvió a la literatura en los años 80, coincidiendo con su establecimiento definitivo en París, que alternaba con estancias en Luisiana o Nueva York, donde impartía clases en la universidad. En 1999, presentó su tesis doctoral, que curiosamente abordaba su propia obra: «La novela magrebí francófona, entre las lenguas y las culturas, 40 años de un recorrido: Assia Djebar 1957-1997». En 1996, publicó El blanco de Argelia, un homenaje a los intelectuales asesinados en su país. Más tarde, el ensayo Esas voces que me asedian (1999), y los autobiográficos Mujer sin sepultura  (2002), La desaparición de la lengua francesa (2003) o Ningún lugar en la casa de mi padre (2007). Llevó su activismo al parlamento internacional de escritores, que promovía la creación de ciudades-refugio para autores represaliados en sus países. En el 2005, fue la primera persona magrebí en ser elegida miembro de la Academia Francesa

 

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