Las declaraciones sexistas que hizo recientemente el editor Jesús García Sánchez (Chus Visor), sobre la diferencia de calidad de la poesía escrita por hombres y mujeres, han puesto en pie de guerra a todo un colectivo de creadoras –y creadores- que ven en estas afirmaciones no solo una opinión personal, sino la constatación de la existencia de un canon impuesto desde una situación de poder cuya fuente de legitimidad es, cuanto menos, discutible. La editorial dirigida por García Sánchez, Visor Libros, es la que selecciona y publica las obras ganadoras de algunos de los Premios de poesía más importantes del país, la mayor parte de ellos promovidos por instituciones públicas y dotados con dinero público. Esta situación ya ha sido denunciada en múltiples ocasiones, junto con la recurrencia de los miembros de los jurados de estos premios, un reducido grupo de poetas encabezado por el omnipresente Luis García Montero, que impone un criterio hegemónico (la llamada “poesía de la experiencia”) y que está codiciosamente situado en la boca del sumidero de los recursos económicos estatales destinados a patrocinar la creación poética contemporánea. La polémica, una vez más y con los mismos protagonistas, está servida.